19 feb 2015

Artículo sobre Enrique Gracia, por Alfredo Pérez Alencart

El querido amigo Alfredo Pérez Alencart ha tenido la generosidad de dedicarme un artículo en el periódico "El norte de Castilla".
Se lo agradezco mucho.

Reproduzco aquí la imagen para mejor lectura.


RECONOCIMIENTO A ENRIQUE GRACIA

por Alfredo Pérez Alencart
en su espacio "A la intemperie", del diario "El Norte de Castilla", Jueves 19.02.15


Salamanca está de fiesta, pero de una fiesta donde lo que embriaga es la lírica del idioma, lo poético de la existencia que queda escrita para el goce de los demás. Hay un texto bíblico que se refiere a estar embriagado, y no de vino. Cierto, también es posible estar embriagado de amor o del Espíritu. Y la palabra en Verso, proyectil lanzado hacia el pensamiento y la emoción de los demás, resulta un poderoso brebaje que transforma al que lo liba o lo acopia para sus adentros. Pues ahora en la ciudad vamos comprobando, de forma fehaciente, cómo muchos excelentes poetas de España y América Latina, piden que expresemos nuestro criterio respecto a sus textos. Esto
lo acabamos de comprobar recientemente, cuando el pasado 30 de enero tuvimos que reunirnos para otorgar el Premio Internacional de Poesía Pilar Fernández Labrador.
Veinte finalistas y otros muchos más de inmensa valía entre los 371 libros procedentes de toda España e Iberoamérica, además de Italia, Francia, Canadá, Alemania, Rumanía, Estados Unidos…
Ya se sabe que el ganador, por unanimidad, fue el libro ‘Fragmentos de un cuaderno con vistas al mar’, de Juan Cameron, un poeta chileno al que, con este premio como que ya lo hacemos nuestro, salmantino por Fray Luis de León, a quien en otro libro supo rendirle homenaje escribiendo un poema sobre ese famoso ‘Decíamos ayer’.
Pero en segundo lugar quedó ‘Juego de Damas’, libro del madrileño Enrique Gracia Trinidad (1950), otro autor de máxima calidad, inmerecidamente poco conocido.
Leamos por ejemplo ‘De este tiempo perdido’, un texto escrito años atrás, pero de una rabiosa actualidad para quien hoy se acerque a él:

«Hay días del tamaño de un silencio
en los que tanto sol
no abriga nuestras manos. Entonces los conjuros
tienen la tos litúrgica y enferma
de la desconfianza, y no crece
el amor suficiente para que siga el curso de la Historia.

Tiempos como la risa
de un payaso sin público,
como el calambre pálido que enciende la conciencia
al despertar del vino malo
de una noche sin rostros.

Siglos como el aroma de un arcángel
que perdió el paraíso por soñar con la herrumbre de otro cielo.
Jornadas de ceniza que alimentan
la costumbre de nada y otros tantos vacíos.

Hay días en que el hombre
debe apagar las horas y volverse a dormir hasta mañana».


Es un poeta demúltiples registros, que va desde esta muestra precedente a, por ejemplo, una poesía más lúdica que invita a sonreír, algo de agradecer en estos tiempos patéticos. Aquí, con el poema ‘Peregrino a la fuerza", les dejo un botón de lo que menciono:

«Iba haciendo el Camino de Santiago
con una concha al cuello.
Sus ojos eran de hayas en otoño,
su sonrisa de libro y lo demás,
como para volver loco al apóstol
cuando llegase a Compostela.
Así que la llevé en mi coche
(adoro el autostop algunas veces)
—Yo —mentí— también voy de peregrino.
—Prefiero andar —me dijo—  pero gracias,
llévame a Ponferrada
y ya seguiré a pie lo que me falte.
—“Ponferrada —pensé— y Finisterre, si te dejas”
Puso el bastón y su macuto
en la parte de atrás y se sentó a mi lado.
Casi no hablaba, pero qué silencios.
Su perfume a lavanda me hizo olvidar
que yo no iba a Galicia
y otros asuntos eran mi destino.
Junto al castillo de templarios
paramos a reponer fuerzas.
Cuando estaba pagando la empanada y el vino,
oí el motor del coche.

Me dejó su cayado, la venera, 
y un palmo de narices con recuerdo a colonia.
Caminé todo el resto del verano
como un imbécil, con la boca seca,
pero he ganado el jubileo».

Tras este Accésit del ya prestigiado Premio Internacional de Poesía Pilar Fernández Labrador, estoy convencido que la obra de Gracia Trinidad, autor de numerosos libros, será mejor apreciada y, de cierto, ampliamente divulgada por la América hispana, Salamanca desde siempre ha sido un enclave mayor del reino de la poesía que brota allí donde el castellano se ha enraizado.
Ahora hemos reconocido a un notable poeta como Enrique Gracia Trinidad, un poeta que, en ‘Fragmento de las últimas voluntades’ dice su verdad sin hipocresía alguna, como todo buen poeta:

«Nadie de mi dolor haga penumbra.
No se abriguen jamás con mi silencio.
Confórmense con ser espectadores,
no juzguen, no devoren, no intervengan,
no descorchen el vino ni el futuro.
No reciclen mis lágrimas ni digan
“qué gran pérdida, cuánto desconsuelo”.

Es hora de partir, debe quedar
la casa abandonada, el pan entero,
ese vago perfume del amor
y un poema sin fin sobre la mesa».

Enhorabuena, Enrique.


2 comentarios:

Vichoff dijo...

Enhorabuena doble, Maestro, por el premio y por el artículo.
Y reverencia, reverencia, reverencia.
Me alegra que la gente se entere de que eres de los Grandes.
Un abrazo.

Emilio Porta dijo...

Enrique Gracia Trinidad es uno de los más importantes poetas de habla hispana. ¿Poco conocido? No me consta. En Madrid y en otros muchos puntos de España, también en Hispanoamérica donde ha sido invitado a numerosos recitales, es, sin duda, una de las figuras preeminentes de la Poesía de habla hispana. Agradezco el artículo, que hace justicia al autor, con la salvedad de ese punto respecto al conocimiento. Enrique, además, ha sido ganador de numerosos premios nacionales e internacionales. En fín... de todas formas la talla de un escritor no se mide por el inmediato reconocimiento. Apañados habrían estado Pessoa, Kavafis, Kafka y tantos otros si así hubiera sido.