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Entre los poemas que uno ha ido escribiendo, hay algunos que prefiere aunque no sepa muy bien por qué. Este es uno de ellos.
Por cierto, Que nadie lo llame prosa poética. Aquí eso no es verdad. Se trata de un poema escrito o más bien colocado "a caja". Es decir, se puede descomponer en versos de riguroso metro "italiano", sobre todo endecasílabos y heptasílabos, colocados en una serie de versículos sin escandir.
Sé que hay muchos que ya lo sabían pero hay tantos que pueden despistarse...
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ARTE CISORIA
(Con agradecimiento a Enrique de Villena) (1)
Quisiera hacer un verso con filo de cuchillo para cortar el pan. Algo daga de asalto, como el hacha sin culpa de un verdugo que no encontró otro oficio.
No un verso sanguinario sino un verso certero, afilado y agudo para tajar, hendir, abrir sin pausa, rajar sin detenerse.
Un verso que en silencio haga trizas el aire, desnude la razón, abra en canal, despiece, penetre sin cesar, hiera lo que hay que herir.
Verso para cortar tan diestro y tan exacto como lo quiso aquel juez de Venecia: "¡una libra de carne! ¡ni una gota de sangre!"
Eficiente navaja que separe las horas, su distancia, el papel donde anidan los versos que son grieta, raspadura, arañazo en la espalda de la vida que se aleja sin tregua.
Un verso como el filo de una hoz con sus hambres de mies y rama seca, curvilínea guadaña puntiaguda.
Quiero decir espada para escena de cine (no me digáis que es falso, lo sé, pero ¿quién sabe?)
Verso, cuchilla ciega, para cortar el pan, o la carne, o el tiempo.
(1) Enrique de Villena (1384-1434), interesante polígrafo, siempre rodeado por la leyenda, merece nuestra gratitud por haber escrito uno de nuestros primeros libros de “técnica” poética titulado Arte de trovar. Hombre culto medieval, fue a un tiempo un humanista del prerrenacimiento. Además de interesantes traducciones clásicas y libros curiosos sobre astrología y magia, escribió también nuestra más antigua obra sobre el arte culinario, a la que hace referencia este poema: Arte cisoria o Tratado del arte de cortar con cuchillo.
(Con agradecimiento a Enrique de Villena) (1)
Quisiera hacer un verso con filo de cuchillo para cortar el pan. Algo daga de asalto, como el hacha sin culpa de un verdugo que no encontró otro oficio.
No un verso sanguinario sino un verso certero, afilado y agudo para tajar, hendir, abrir sin pausa, rajar sin detenerse.
Un verso que en silencio haga trizas el aire, desnude la razón, abra en canal, despiece, penetre sin cesar, hiera lo que hay que herir.
Verso para cortar tan diestro y tan exacto como lo quiso aquel juez de Venecia: "¡una libra de carne! ¡ni una gota de sangre!"
Eficiente navaja que separe las horas, su distancia, el papel donde anidan los versos que son grieta, raspadura, arañazo en la espalda de la vida que se aleja sin tregua.
Un verso como el filo de una hoz con sus hambres de mies y rama seca, curvilínea guadaña puntiaguda.
Quiero decir espada para escena de cine (no me digáis que es falso, lo sé, pero ¿quién sabe?)
Verso, cuchilla ciega, para cortar el pan, o la carne, o el tiempo.
(1) Enrique de Villena (1384-1434), interesante polígrafo, siempre rodeado por la leyenda, merece nuestra gratitud por haber escrito uno de nuestros primeros libros de “técnica” poética titulado Arte de trovar. Hombre culto medieval, fue a un tiempo un humanista del prerrenacimiento. Además de interesantes traducciones clásicas y libros curiosos sobre astrología y magia, escribió también nuestra más antigua obra sobre el arte culinario, a la que hace referencia este poema: Arte cisoria o Tratado del arte de cortar con cuchillo.