13 dic 2014

RECITAL EN CAFÉ GADIR - Nico de brozas, Enrique Gracia y otros

El 12-12-2014, Nico de Brozas y yo dimos un breve recital en el Café Gadir (C/Castillo, 19, Madrid) seguido de una breve jam poética en la que participaron 5 poetas más. 
Organizó Johana Ortega.
Aquí tenéis los vídeos.
(Se ven un poco oscuros por la falta de iluminación, 
extremo que los del Café Gadir, que está empezando estas sesiones, solucionará en breve)
Recomendamos este lugar a todos los amigos. 

1ª PARTE: 
Nico de Brozas (guitarra y poemas) 
Enrique Gracia (poemas)

1ª Nico + Enrique

2ª Nico + Enrique



3ª Nico + Enrique



4ª Nico + Enrique



5ª Nico + Enrique



6ª Nico + Enrique  (final 1ª parte)



PARTICIPANTES EN LA JAM



Sol de Diego



Lola Álvarez Feito



Johana Ortega



Inma Pelegrín



Ángeles Fernangómez

30 nov 2014

DE CASTA LE VIENE AL GALGO


DE CASTA LE VIENE AL GALGO

Tanto hablar de castas últimamente, creo llegado el momento de entretenerse en dar una vuelta por los distintos aspectos de ese término y aclarar, si es posible, las ideas.
Siempre han existido, son varias, no una sola, aunque al final se junten, permítaseme la comparación, como las personas de la Trinidad cristiana en un sólo Dios.
Vamos por partes:


CASTAS PARÁSITAS CUM LAUDE

CASTA REAL
Constituida por casi todos los monarcas y sus familias. Con frecuencia, hacen lo que tengan que hacer para mantenerse arriba, prometen, perjuran y trapichean, siempre a lo grande. Besan niños humildes y lloran con las víctimas de las catástrofes, pero cenan con los de las castas superiores. Son especie en vías de extinción por pura lógica democrática, pero resisten mucho. No hay uno que se retire con lo puesto, siempre arrastran grandes fortunas de las de no se sabe cómo. Su origen, como es sabido, está en el primer tipo más bruto de cada tribu, que dijo "aquí estoy yo y al que no me obedezca, palo". Lo de "por la gracia de Dios" vino después pero era eso: una gracia en plan chiste, por eso hoy ni lo mencionan.

CASTA CARROÑERA
Los que alcanzaron el poder hace mucho, siglos incluso: Aristocracia, terratenientes y demás, que nacieron al rebufo de la Casta Real, o sea del primer bruto, y se constituyeron en jefes y mandamases desde tiempos inmemoriales. Los que se salen de esta casta pueden contarse con los dedos de las manos.
Algunos pasan a la política activa y otros se limitan a aparecer en las revistas de sociedad: estos últimos apestan mucho pero son menos peligrosos que los primeros. 
Decía Jorge Llopis que un Grande de España era a veces sólo regularcillo. Puede añadirse que la gran mayoría solo son miserables. Ya lo afirmó San Juan Crisóstomo: "Todo rico es un ladrón o hijo de un ladrón", y era un Padre de la Iglesia Católica, no un marxista de mierda.

CASTA A DIVINIS
Estos, al igual que los primeros reyezuelos y jefes, se alzaron con el poder, en su caso como representantes de la divinidad, desde el principio de los asentamientos humanos. Crecieron sobre el miedo de los humildes y la aquiescencia de las castas carroñeras y privilegiadas a las que justificaron y regalaron los oídos a cambio de protección, diezmos y posesiones varias.
Cuentan las malas lenguas que sus propios dioses, cristos y profetas no soportan a esta casta que ha traicionado los mensajes divinos y se han dedicado al abuso y la carroñería sistemática.
Cuando han podido ser peligrosos y dañinos lo han sido, ahora esconden el colmillo pero lo siguen teniendo afilado. Muchos de sus clérigos menores y sus devotos, que son por lo general mejores que sus líderes, soportan la contradicción institucional como pueden.
Como las ratas y los insectos, sobreviven a cualquier clase de tormenta que les venga encima.  

CASTA BANQUERA
Herederos "cum laude" de los antiguos prestamistas y usureros, son los hermanastros monetarios de las castas más altas; las superan incluso porque, como suele decirse, los tienen pillados a todos por las "zonas nobles". Son insaciables depredadores que ganan cuando hay crisis y cuando no la hay.
Como la casta a divinis, se adaptan con rapidez y sobreviven sin reparos ante lo que sea.
Se esconden detrás de consejeros, accionistas, leyes y derechos, pero suelen ser responsables de mucho dolor y hasta de crímenes sin pestañear. No confundir estos banqueros, con los trabajadores de la banca, que no tienen nada que ver.
Los banqueros son conocidos por dar al que más tiene y quitar a todos los demás. Se dice de ellos que son unos vivos, pero apestan a carroña.

CASTA BURSÁTIL
Son una casta parásita de la peor especie. No producen, no fabrican, no siembran, no hacen nada.
Suelen llamarse especuladores, que no viene del latín speculum (espejo), aunque podría, sino del también latino speculari (mirar desde arriba, espiar), que tanto da, porque son expertos en mirar sin tocar (tan sólo el bolsillo de cualquiera sin que le vean). Grandes manipuladores en la bolsa y en las entidades financieras del más alto nivel, son capaces de hundir un país, cambiar gobiernos, matar de hambre a miles o lo que haga falta para enriquecerse y enriquecer a los suyos. Se mueven en distintas esferas, todas ellas plagadas de indeseables, que gobiernan los mercados —es decir el mundo— desde reuniones secretas, despachos ignotos y yates de diseño. Son difíciles de localizar, salvo los bursátiles menores a los que se ve de vez en cuando ejerciendo de tiburones en Wall Street y otros antros universales de perdición.   

CASTA MERCACHIFLE
Conocida también como "de efecto tendero crecido", constituida por negociantes y mercaderes al por mayor y al por menor, que empezaron de casi nada y terminaron por tener negocios medios o enormes. Presumen de haber subido desde abajo con su esfuerzo pero casi siempre treparon sobre otros y terminaron explotando a los más débiles (de ahí el viejo proverbio: "nadie se hace rico sólo trabajando").
Cuando son hijos de mecachifles grandes, tienden a estropear los negocios familiares, cuando son los primeros de su estirpe ponen buena cara pero los fantasmas se amontonan en sus armarios.
Entran en esta casta, si no están en la carroñera, los dueños de las despiadadas farmacéuticas, los siniestros petroleros, los expoliadores de bosques y minería salvaje y otras bestias semejantes. 
Cuando van hacia abajo, tienden a rebotar porque suelen disponer de oscuros colchones financieros, los que se quedan abajo son los que dependen de ellos como trabajadores y, a veces, como medio esclavos.

CASTA POLÍTICA
Se mueven en el poder de los distintos países —en España en mayor número proporcional—, trepando por los partidos como monos por árbol.
Los muchos honrados que se salvan rara vez medran dentro de sus organizaciones; están avergonzados de sus conmilitones golfos aunque les cueste reconocerlo en público.
Los que llegan arriba no suelen ser los más inteligentes ni los más preparados sino los que mejor trepan y los que mejor manejan la lengua alrededor de ciertas posaderas y no rechistan ante la consigna de turno.
Se convierten en "la voz de su amo" de las castas económicas más parasitarias. La mentira, el engaño, la apariencia y la dureza facial son sus armas más reconocidas. Generosos y cercanos cuando se aproximan unas elecciones, se alejan luego y pierden toda decencia provechando la falta de memoria de los ciudadanos, tantas veces escasos de criterio y memoria. Expertos en engaño y disimulo, son engranaje necesario en la sociedad, pero han hecho de esa necesidad un privilegio para ellos y un desastre para los de abajo. Se distinguen por colores, pero el color de los billetes de banco les es común a todos.   


CASTA ADVENEDIZA
Es casta menor pero crecida. La constituyen aquellos que saliendo de la nada han sabido trepar hasta las castas superiores utilizando cualquier medio con tal de llegar arriba y quedarse. Como todo converso, suelen ser los más fundamentalistas. Su falta de memoria es tóxica y su desprecio por sus orígenes nauseabundo. Se les suelen aplicar refranes como aquel de "no pidas a quien pidió ni sirvas a quien sirvió..." y "no hay nada más tonto que un tonto de derechas", aunque los hay en la izquierda, en el centro y en la periferia. No es cuestión de izquierdas o derechas sino de arriba y abajo, coordenadas que describen mucho mejor el fangal en el que nos movemos. 


CASTAS DE MEDIO PELO

CASTA TENDERETE
Hermanos menores de la Casta Mercachifle. Consiguieron un pequeño negocio o cierto estatus, trabajando mucho, pero en cuanto te descuidas andan de la mano con los más retrógrados, y maltratan a empleados menores. Piensan que son clase media, cuando en el fondo son trabajadores que a la primera crisis se van al desastre.
Se incluyen en esta casta algunos autónomos y otros que trincan en cuanto pueden en metálico y defraudan como nadie. Colaboran con ellos los que intentan ahorrarse impuestos (a veces porque no pueden permitírselos)
Son quejicas permanentes pero suelen aplaudir servilmente a aquellos contra los que se quejan con lo que muestran sin cesar su "pelo de la dehesa".

CASTA DE CORBATILLA
Constituida por miles de empleados administrativos de distinto pelaje que, obligados a ir vestidos con traje y corbata o similar, terminan por creerse superiores y privilegiados. Al menor contratiempo bursátil se encuentran en la calle, se enteran de que sólo eran trabajadores asalariados y terminan deprimidos o sirviendo copas con contrato basura.
Mientras les dura el traje, la colonia de marca y la gomina del pelo, se endeudan hasta las orejas para que los confundan con sus jefes que son casi todos de las castas mercachifle, banquera y bursátil.
Tengan carrera universitaria o vengan de la inteligencia desaprovechada, utilizan un lenguaje similar, lleno de anglicismos, que los hace sentirse especiales. Ocupan las terrazas de moda, ciertas discotecas y algunos clubes de apariencia. Cuando caen, ni siquiera rebotan.

MINICASTAS

Son un grupo heterogéneo y populoso de difícil clasificación. Ni siquiera constituyen casta en realidad. Destacan algunos subgrupos:

Gacetilleros: Antes llamados periodistas, terriblemente corporativos y, en su gran mayoría, portavoces de quien les paga. Cuesta encontrar los que son verdaderamente independientes, que esgrimen criterio y ponderación en vez de ideología, porque son pocos y las grandes corporaciones no suelen darles ni agua.

Eruditos "a la violeta":  Incluye a los auténticos ceporros que definiera Cadalso, y otros que no son tan "a la violeta" pero lo parecen porque su ideología cubre como una costra su calidad intelectual. El arrimo al poder termina por convertir su intelecto en baba de caracol. Ya se sabe que la ideología suele asesinar las ideas.

Sindicaleros: Hay que distinguirlos de los sindicalistas de verdad. Tienen facilidad para no dar ni palo y abusar de su liberación en beneficio propio o en el de los cercanos. Contradicen su propia y necesaria esencia. Cíclicamente se reciclan pero vuelven a caer en la falta de vergüenza.

Parásitos inconscientes: Suelen ocupar puestos de asesores entre las castas carroñeras. También se los encuentra en ministerios y otras entidades, paniaguados, aprovechados, frecuentemente descerebrados... Parecen animales de compañía de los poderosos o perrillos sueltos con vocación de hacer lo mínimo posible y vivir de cualquier cuento. Muchas veces protestan de los de arriba pero ellos son iguales en la menudencia y harían lo mismo si trepasen.

Tontos-del-culo:  Una "castita" infumable y muy abundante, que lo mismo dan su voto a un extremo que a otro, o se limitan a decir que ellos de política pasan con lo que terminan por ser pasto de inmorales y corruptos y ni se dan por aludidos. Sólo son partidarios a ultranza de su equipo de fútbol y de su telebasura (pan y circo). Numerosísimos y bocazas, no aprovechan ni el número ni la boca para nada razonable. Es la "masa manejable" con la que cuentan los poderosos. Se mueven entre la inconsciencia y el miedo.

 FUERA DE CASTA

Los descastados de siempre: La gran mayoría de ciudadanos, vapuleados, manejados, engañados e insultados en su inteligencia por muchos de los miembros de las castas citadas.

Se incluyen muchos honrados profesionales de todo tipo, decentes trabajadores autónomos o por cuenta ajena, funcionarios que sí funcionan, esforzadas amas/os de casa, estudiantes que estudian, jubilados que se lo han ganado toda la vida, desempleados sin perspectiva de cambiar, dependientes medio abandonados, políticos, sobre todo locales, de los que están para servir y no para lucrarse, intelectuales conscientes...
Se suman los caídos o fugados de las otras castas, que se han adecentado tras la visión impresentable de sus congéneres y buscan algo mejor estén donde estén.

Estarán en este apartado todos aquellos que el amable lector que ha llegado hasta aquí, quiera incluir sacándolos de los apartados de arriba.

Definitivamente; las castas existen. Lo que no se sabe muy bien es qué hacer con todas y cada una de ellas.


26 nov 2014

VÍDEOS DE UNA LECTURA POÉTICA DE ENRIQUE GRACIA TRINIDAD 25-11-2014

El pasado 25-11-2014, me invitaron a leer mis poemas en la Tertulia del Casino de Madrid, dirigida por Alfredo Gómez Gil.
Como el aforo es muy limitado y muchos amigos no pudieron acercarse, grabé la sesión y os la ofrezco aquí.
Son varios vídeos de poca duración cada uno para que sea más cómoda la visualización (todos entre 2 y 6 minutos) 
Mi agradecimiento al Casino de Madrid, a Alfredo Gómez Gil, a su esposa Etsuko y a todos cuantos asistieron.

Introducción
2 primeros poemas que hablan de la vida
3ª parte - 5 poemas variados


4ª parte - 2 poemas (salir a la calle + un corto poema de amor)
5ª parte - 3 poemas del libro "Sin noticias de Gato de Ursaria"
6ª parte 2 poemas de "Mentidero de Madrid" + anécdotas
7ª parte 3 cortos sobre cine, de "Butaca de entresuelo
8ª parte 2 poemas de "Juego de damas" (humor)
9ª parte 4 poemas cortos de "Ver para vivir" (objetos)
10ª parte - Poema del libro "Al final de la escalera"
11ª parte - 2 poemas más, de propina.

20 jul 2014

ARTÍCULO SOBRE POETAS

Artículo que incluyeron en la revista "La Galla Ciencia" - 8-7-2014

HOY FIRMA: ENRIQUE GRACIA TRINIDAD. "LOS POETAS NO SOMOS MÁS QUE NADIE... NI MENOS"



Contaba Valle-Inclán que siendo niño acudió José Zorrilla a visitar su colegio. Al enseñarle el pequeño Ramón María algo que había escrito, le dijo el autor del Tenorio: "¿Tú también eres poeta?"
Y sigue Valle-Inclán: "Sentí la frase como una consagración, ¿poeta? Sí; yo ya había visto en el fondo de las cosas la distinción de la tristeza, había dialogado con la Luna y comenzaba a descubrir que las rosas guardan el encanto de haber sido mujeres" 
Romanticismos y gracia aparte, esto de ser poeta es sin duda un oficio en el sentido de "ocupación habitual" no de cargo, ministerio o profesión oficial; más bien, permítaseme el juego de palabras, un oficio oficioso.
También podría llamarlo profesión sin sentirme mal por ello. No me importa hacerlo, al menos en el primer sentido de la palabra, porque sin duda ejerzo ese arte, ciencia o trabajo si se quiere.
Todo ello no tiene nada que ver con el sentido monetarista que ahora se da a la "profesión" ejercida tras obtener un título, diploma o permiso. Tampoco tendría que ver con el sentido mágico o religioso que se da a “profesar” y que opino que también debe ser ajeno a la poesía, pese a que tuerzan el gesto y pongan los ojos en blanco los amigos de lo numinoso. 



¿Quién puede o pretende vivir —comer— de la poesía? Recuerdo que Leopoldo de Luis nos comentaba en cierta ocasión que "de la poesía no se come, en todo caso se merienda y no todos los días". He escuchado también, a no sé quién, decir con ingenioso acierto: “Yo vivo de la poesía, pero no como”. Personalmente, ni siquiera eso. Por otro lado ¿quién puede empeñarse en sublimar hasta el absurdo el hecho de escribir poesía? Personalmente no me da la vida, me ayuda a vivir, me hace la existencia más llevadera, me hace soportar la estúpida locura en que los seres humanos hemos convertido la vida. Todo ello sin sacralización ni pose de elitismo. El mayor beneficio que me da la poesía, y no es poco, son los amigos que también la persiguen en sus insomnios.

Acepto el criterio de algunos poetas que no gustan de llamarse así y prefieren el término escritor. Es correcto sin duda, pero no comparto los escrúpulos exagerados de algunos a la hora de confesarse “poeta”; dichos
escrúpulos son una rémora que viene del desprecio ignorante o de la petulancia absurda. Cuando se afirma serlo, puede y debe ser simplemente una forma de entendernos, de llamar a las cosas por su nombre. Insisto en ello: jamás le he tenido miedo a las palabras —será por inconsciencia, ya que son peligrosas—, y por eso no me importa que me llamen poeta, aunque soy, en realidad, un escritor, un tipo que se atreve a escribir. Lo haga en poesía, en prosa o en lo que sea.
Creo que queda claro —lo he avanzado ut supra— que no me sumo a los que inconsciente y pedantemente atribuyen a la denominación “poeta” características de sublimidad que no tiene; de iluminación a la que no llega; o de condición prestigiosa, lo que ya da risa tal y como van los tiempos.
 Defiendo este oficio, esta dedicación, esta tarea en su normalidad y hasta en su vulgaridad a veces. Lo defiendo contra los que lo menosprecian afirmando que estamos en las nubes, que no servimos para la vida normal, contra los que afirman con boca de mercachifle “¡con los poetas ya se sabe!”. 


Valga como ejemplo de esto una experiencia personal: Durante el último trabajo por cuenta ajena que realicé, en el que dirigía una instalación social, me dieron el primer Premio de poesía de la Feria del Libro de Madrid. Pues se corrió la noticia y aunque hubo muchas felicitaciones, también menudearon burlas de todos los colores, y más cuando supieron que ya había publicado poesía diecinueve años antes —¿cómo un gestor podía ser poeta? aficionado a la música, la pintura y hasta a las putas, vale, ¡pero a la poesía!—. Terminó siendo uno de los factores que contribuyeron a que tuviese que abandonar aquel trabajo; hoy sé que para su vergüenza y mi orgullo.
Contra esos tipos sí me declaro poeta e insisto en reivindicar la normalidad de esta dedicación, la necesidad de este ejercicio, su condición de imprescindible, su compatibilidad con cualquier otra actividad, la fuerza de su auténtico carácter.
 
Por cierto, no me voy a comprar una lira como afirma con sorna alguno: ya tengo una carraca. No voy a poner los ojos en blanco porque para la poesía hay que tenerlos muy atentos. Y sobre todo no me voy a creer más que nadie por ser poeta. Sentirse tal no nos hace mejores, sólo —ojalá— un poco más conscientes. En igualdad de condiciones con muchos otros que sin ejercer la poesía son también absolutamente conscientes de lo que es importante, de la belleza y el horror del mundo, de la necesidad del compromiso humano, de la solidaridad y la denuncia, del esfuerzo para con uno mismo y para con los demás, de la importancia de la mejor palabra, de la servidumbre y el privilegio de estar vivos y conscientes.
Los poetas no somos más que nadie, pero tampoco menos.



Enrique Gracia Trinidad (Madrid,1950)   Es escritor, divulgador cultural y actor.

2 mar 2014

Un poema de Gato de Ursaria



Un poema más sobre el hecho de escribir (¿cuánto hemos reflexionado sobre eso?) 
De mi libro "Sin noticias de Gato de Ursaria", Edit. Visor, 2005. 

Gato de Ursaria es un álter ego mío. 
Gato es un apelativo de los madrileños y Ursaria uno de los nombres legendarios de Madrid.

La verdad es que estoy contento de ese libro porque el jurado fue notable: Ángel González de presidente, acompañado de también Jon Juaristi, Luis García Montero, Aurora Luque y Josefina Martínez, viuda de Emilio Alarcos.
Además, fue en la tierra de Asturias que tanto quiero y con publicación en Visor, a pesar de que a su director no parece que le hiciera muchas gracia publicarlo y mostró poco interés en difundirlo, tal vez porque he sido crítico con algunos comportamientos de esa editorial.
Algún día escribiré las anécdotas al respecto. En resumen, el que la Editorial no controlase el premio y se lo dieran a alguien que no era de "sus filas", como con tantos otros ocurre, no fue bien digerido.


DE CUANTO ABRUMABA A GATO 

Pasó las noches y sus días
turbio de pensamientos, 
oscuro de memorias y de olvidos,
harto de sinsabores,
imitando a Leonardo en sus dibujos
de proyectos, esquemas, invenciones...

Para huir del dolor y del olvido
planificó sus íntimos secretos
con certera estrategia.
A pesar de su empeño no alcanzó
los últimos y ciegos objetivos.
Se le deshizo el tiempo
sin leer cuanto pudo haber leído,
sin amar como quiso haber amado,
sin ver el Machu-Picchu o el Potala
más que en televisión,
sin cortarle las venas a la Venus de Milo,
y sin haber escrito —y esto es lo más grave—
el poema perfecto.
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31 ene 2014

ENTREVISTA A ENRIQUE GRACIA - Enero 2014


Entrevista a Enrique Gracia Trinidad, por Ricardo Virtanen.
Para la revista Covibar, de Rivas Vaciamadrid. Enero 2014, nº 230

TEXTO COMPLETO:
Entrevista con Enrique Gracia Trinidad

Enrique Gracia Trinidad (Madrid, 1950), toda una institución literaria en Madrid, nos presenta, el próximo jueves 13 de febrero en Covibar, su nuevo y original libro Ver para vivir.

Ricardo Virtanen.-  Llegas a Rivas a presentar tu último libro de poemas, Ver para vivir. ¿Qué te une o ha unido a Rivas en tu larga trayectoria como escritor?

Enrique Gracia Trinidad.- Varios años en los que impartí talleres de poesía en el Centro García Lorca, buenos amigos poetas que residen aquí, un airecillo contestatario que me encanta y la mucha actividad cultural que veo que se está realizando.

RV.- Tu actividad como escritor, actor, pintor y, en general, promotor cultural, es espectacular. ¿Qué hace que un creador como tú divague, se exprese en tantos campos artísticos?

EGT.- La eterna curiosidad, la necesidad de buscar vías de expresión... ¡Que no sé estarme quieto! Al final, aprendiz de mucho y maestro de nada. Se quedaron en el camino la pintura en serio, la fotografía, el diseño, el doblaje y el teatro más profesional, y ganaron la poesía, las caricaturas, y el teatro de voz para poesía y radio. También el ánimo de divulgar la obra de otros autores.

RV.- Ver para vivir es tu último trabajo, publicado en Amargord Ediciones. Un libro de una sorprendente sencillez, en prosa poética, y con una fuerza expresiva y originalidad. ¿Cómo ubicas este libro nuevo dentro de tu larga trayectoria poética, con más de 15 libros publicados desde 1973?

EGT.- Este libro es mi 19ª publicación poética, la prosa y otros géneros ni los cuento. No es tanto prosa poética como poesía "a caja" (una variante que prefiero). En el fondo es un libro más, con ideas que llevaba dentro hace mucho tiempo. La fundamental: hacer poesía de lo más cotidiano, dar vida a los objetos —en el fondo nuestra propia vida—. Seguir aquella máxima que alguien dijo: "La poesía no está hecha tanto para cantar los sublime sino para convertir en sublime cualquier cosa" o algo así.

RV.- A mí, Ver para vivir,  me ha recordado un poco al Neruda de sus Odas. ¿Qué te ha llevado a concretar un libro así, dedicado a las cosas que nos rodean, a veces insignificantes, pero inseparables de nuestra vida cotidiana?

EGT.- Ya me han comentado eso algunas veces. Sí, en cierto modo tiene el mismo origen: el cantar lo cotidiano lo supuestamente "no poético", lo que la mayoría piensa que no es poetizable.  Si Neruda hizo odas a la alcachofa o al átomo, a mí me dio por hablar del imán de la nevera o de la parada de autobús. Aunque hay coincidencias en algún criterio, sus odas son de más largo aliento y mis poemas más escuetos. Un orgullo que me asemejen (aunque sé que estoy lejos) con uno de mis maestros.

RV.- Acaso sea Sin noticias de Gato de Ursaria (2005) el libro que te ha dado mayor repercusión como poeta, al alzarse con el prestigioso Premio “Emilio Alarcos”. Cuéntanos qué buscas actualmente en la poesía, dónde te ubicas, qué caminos crees que te pueden quedar por recorrer después de una tan dilatada trayectoria poética.

EGT.- El prestigio del premio Alarcos y su publicación en Visor fueron importantes, sin duda, pero es una cuestión de oportunidad y suerte más que nada. En la poesía sigo buscando lo mismo que buscaba con mi primer libro, "Encuentros", que fue accésit del Adonáis: encontrarme a mí mismo y mi lugar en el mundo, compartir lo que pienso, veo o me emociona, crear arte, aspirar a la belleza de la mejor palabra. Ambicioso sin duda, pero para un creador es imprescindible la ambición.
¿Qué me queda? Ni lo sé, mientras tenga aliento y siempre que no empiece a repetirme, seguiré escribiendo y allí veré si me quedaba algo o no. Ojalá me dé cuenta de parar a tiempo si me quedo hueco o me repito.

RV.- Todas tus actividades son realmente llamativas: locutor de radio, poeta/rapsoda, actor de teatro, conferenciante, locutor de radio…, sin embargo una me parece muy llamativa, y además la realizas magistralmente: dibujante de cómic y caricaturista. ¿Qué te ha llevado a ser dibujante? ¿Cómo lo encajas dentro de tu perfil como creador?

EGT.- Siempre he dibujado. Tuve ocasión de niño de acudir al taller de uno de los grandes de la pintura española, pero renuncie para estudiar otras cosas y, al final, no aprendí nunca a dibujar bien. Me considero un poco pintamonas, un dibujante ocasional, por no dejar las manos quietas... caricaturista por amistad o viñetista de humor por compromiso social, sin más pretensiones. Me divierte y poco más. Ojalá supiese hacerlo mejor.

RV.-  ¿Cuál crees que es, o debe ser, la actitud del creador (en tu caso, dentro de tus múltiples quehaceres), esto es, su papel en la sociedad actual, una sociedad arrastrada y llevada en volandas por las nuevas tecnologías?

EGT.- La sinceridad consigo mismo y el compromiso con el mundo en el que vive. Detesto, como Celaya, la "poesía concebida como un lujo". Alguna vez puede escribirse así, por gusto, pero si se convierte en una concepción me resulta insoportable y fatua.
Una actitud abierta y al mismo tiempo comprometida me parece esencial —para mí, al menos—. Nada en contra de las nuevas tecnologías; son una herramienta y me encanta disponer de ellas y aprovecharlas. Lo que esclaviza no es la tecnología sino la intención de algunos para esclavizar, adormecer y controlar con ella. Un poema es igual de bueno si está escrito en una tablet o en un cuaderno de notas. Lo malo es cuando se escribe, como decía más o menos Bécquer, al dorso de un billete de banco.

RV.- Tras Ver para vivir, ¿qué novedades poéticas, o en otros géneros, tienes para el futuro?

EGT.-  Pues ya veremos. Normalmente no planifico. Suelo escribir poemas, no libros de poesía. Luego los voy juntando y adelante. Cuando una idea se pone más activa (en el caso de este libro que surgió con uno objeto y se disparó rápidamente por otros, salió en conjunto, pero no es lo habitual) Mis dos libros próximos, uno acabado y otro a punto, son de poemas más abiertos, en los que hablo de la vida, de la muerte, de la propia escritura, de la soledad, del paso del tiempo, del silencio, de la extrañeza ante el mundo (uno de mis temas recurrentes). No son libros muy temáticos sino conjuntos de poemas que tienen un aire más o menos similar.

RV.- Finalmente quería preguntarte por tu opinión en torno a la labor que se lleva haciendo en Rivas desde hace décadas en pos de la cultura, y en concreto por la apuesta que Covibar realiza en los últimos años, produciendo una publicación periódica literaria, recitales, presentaciones…

EGT.- Ya lo dije al principio: Me encanta que haya actividad literaria emanada de los propios vecinos. Si los políticos la apoyan, pues muy bien y si no pues adelante por libre. Lo que me gusta es el ánimo de algunos para tirar de estos proyectos a pesar del desgaste que provoca la desidia y hasta la malquerencia de otros.

Las noticias que recibo de Covibar, o más bien de algunos vecinos, en este sentido emprendedor me son muy gratas. Siempre que pueda, colaboraré con vosotros porque es lo que creo que hay que hacer en justicia y lo que me pide el cuerpo. Gracias.