16 nov 2008

POEMAS CON ROPA TENDIDA

Ventana del barrio de Tetuán, Madrid (Foto EGT)

POEMAS CON ROPA TENDIDA
Como todo el mundo, tengo mis fijaciones. Una de ellas, aunque no llegue a ser obsesión, es la ropa tendida, puesta a secar.
Para mí constituye todo un mundo de sugerencias. Me da igual que esté en un patio de vecinos —es mi preferida— que en una ventana; en un alambre o en un tendedero moderno... hasta me gustaba la que antiguamente extendían a secar sobre piedras o matorrales tras lavarla en un río, aunque esa era más “arrastrada”, se tumbaba a dormir la siesta y no le daba por gesticular al viento como lo hace la que está colgada.

En algunos poemas, no muchos, hago referencia a este gusto mío, a veces directamente, otras para llegar a distintas reflexiones. A veces, símplemente hablo de la ropa como ser vivo.
Comparto con vosotros alguno de estos escritos.


COMO ROPA TENDIDA

En un poema hay que extender la vida
al viento, al sol de la mañana,
a la vista de todos
como ropa tendida en el alambre.
Una pizca de vida es suficiente,
la camisa de un sueño, por ejemplo,
o el mantel de las últimas derrotas
o aquel pañuelo
que es como un resto de niñez, tan blanco,
tan diminuto, tan herido.
Los versos, hechos sangre, piel o músculo,
bien cogidos con pinzas, agitándose
en medio de los patios, a la luz,
como banderas sin ejército.
Así tienen sentido
(Del libro Todo es papel)----------------------------

PATIOS DE INTERIOR
“Ese poco de sol que llegaba entre patios”
(José María Prieto)

Un grito que desnuda la niebla, dos solapas
de alcohol y horas sin sueño
apresurándose
para poder llegar a no sé donde,
a no sé qué,
a no sé cuántos pisos
de rejas vivas llenas de recuerdos de cal.
Oscuros patios
hechos con este viento de octubre a las espaldas.

Estos altos cuadrados
con sus arterias grises como gritos,
con sus ciegos estómagos, más hambre que otra cosa,
son estribos armados para izarse,
para escapar de un miedo hacia otro miedo.

Patios a la deriva del aire y la esperanza,
endureciendo juegos,
frenándose en los cables, más allá del suspiro,
donde la luz apenas se cobija
y se almacena un ápice de sol
a la hora en punto de los guisos.
Recintos de ternura cultivada en macetas,
donde la soledad
es un geranio herido en su amor propio,
donde la ropa blanca y engañada
gesticula sin público ni focos.

Ahí están,
patios sin nombre apenas en su frente.

(Del libro A quemarropa)
(Se incluye en “Contrafábula, poesía reunida, 1973-2004”. Editorial Sial) (Para adquirir: www.agapea.com )---------------------------

"EPPUR SI MUOVE"

La ropa a veces, mientras duermo, se me marcha a la calle,
juega en parques lejanos y navega columpios,
siempre termina en algún bar
donde a los camareros, anfibios de fatiga, no les importa nada
que las últimas copas de la noche
resbalen por un cuello de camisa
que no lleva cabeza.
Suelen ser húmedas las calles,
por eso viene luego mi ropa destemplada, tose por el pasillo,
y me despierta,
cuenta extrañas historias de relojes
acudiendo a su cita con el tiempo de nadie. Casi nunca la entiendo.
Dice que hay un ilustre papagayo
que se mira las plumas en el borde afilado de las últimas luces.
Entre sueños me esfuerzo en regañarla,
le digo que no es hora de andar con cuentos raros,
que como tantas veces me quedaré despierto por su culpa.

Ella siempre sonríe
como un niño más triste y más travieso que la luna
y se vuelve a dormir
en el respaldo de una silla.
(Del libro Crónicas del laberinto)
(Se incluye en “Contrafábula, poesía reunida, 1973-2004”. Editorial Sial)
(Para adquirir:
www.agapea.com PINCHAR Pª IR A SITIO DE COMPRA)---------------------------

[...]
Es necesario andarse con cuidado
para que los balcones no denuncien el exceso de sueños
en la ropa tendida.
[...]

(Fragmento del poema “Sonata nocturna para una calle”, del libro
Restos de Almanaque)
(Se incluye en “Contrafábula, poesía reunida, 1973-2004”. Editorial Sial)
(Para adquirir:
www.agapea.com PINCHAR PARA IR A SITIO DE COMPRA))
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[...]

Y esta ciudad, pregunta tras pregunta,
descompone los patios,
huele a ropa mojada y hace exacta la vida,
debo decir difícil;
la disfraza de muerte, la perfuma, le pone un lazo rojo,
nos la entrega con rostro de puta enamorada
y huye.
Fragmento final del poema “La ciudad y la muerte”, del libro Siempre tiempo.
(Se incluye en “Contrafábula, poesía reunida, 1973-2004”. Editorial Sial)
(Para adquirir:
www.agapea.com. PINCHAR Pª IR A SITIO DE COMPRA )
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1 comentario:

Soledad Sánchez Mulas dijo...

Me han parecido bellísimos... y no he podido evitar acordarme de Claudio Rodríguez.

Ha sido un placer encontrarte en la red.

Un beso.

Soledad.