4 mar 2011

POESÍA Y CINE

Acabo de publicar el libro BUTACA DE ENTRESUELO.

Un libro de poesía en el que los poemas están dedicados a películas de cine.

Lo fui escribiendo durante bastantes años, según venían las ideas. No se me da bien forzarme a un tema y escribir sobre él de manera sistemática.
Como el cine es uno de mis aficiones preferidas Un buen día apareció una idea sobre "El marido de la peluquera" (de Patrice Leconte) curiosamente el último que parece en el libro, más tarde otra sobre otro film y así, poco a poco, tomo cuerpo el asunto.

Muchas de mis películas favoritas no aparecen --no dieron para un poema--, así que no están todas las que son, pero son todas las que están. Sólo recuerdo haber "forzado" un poco la "inspiración" en dos o tres ocasiones... Si hubiera seguido haciéndolo, el libro sería mucho más voluminoso pero no por eso más auténtico.
Abajo os pongo un par de muestras.
Gracias por vuestra atención.

¿Para adquirirlo?
La Editorial es SIAL Ediciones.
Telef: 91 5354113
Como el libro ha obtenido el premio "Juan Van-Halen" del Ayuntamiento de Torrelodones (Madrid) siempre se lo podréis pedir también a ese Ayuntamiento que es el que más ejemplares tiene. Su web donde están teléfonos y todo: http://www.torrelodones.es/
¿En librerías? No lo sé, no tengo muy claro que distribuyan bien. ¡Ya sabéis, es poesía!
No creo que cueste mucho.
Presentación
Dentro de poco os anunciaré la presentación que supongo que haremos con proyecciones cinematográfica y música de cine y todo eso... Ya veremos.

POEMAS DE MUESTRA


NOTA PREVIA

“¿Por qué cuentas películas?” me ha dicho un buen amigo. No pretendo contarlas sino cantarlas, utilizarlas, revivirlas. Eso es lo que tanto hacíamos cuando éramos chicos. El cine estuvo siempre en nuestra cabeza, incluso más que en nuestros ojos.
Recuerdo algunas tardes de invierno, después de salir del colegio y recoger la merienda en casa; nos sentábamos en los escalones del portal y jugábamos a contar películas pero, sobre todo, las más de las veces cantábamos sus excelencias, inventábamos escenas, nos las creíamos.
Era uno de mis juegos preferidos, sobre todo cuando la lluvia impedía corretear por la calle.
Amigo lector, aquí tienes unos cuantos poemas sobre algunas de las películas que me apasionaron . Si las has visto, sabrás por qué las canto. Si no, ojalá alguno de estos poemas te lleve a ellas cualquier día.

(Enrique Gracia Trinidad)

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EL SÉPTIMO SELLO (Ingmar Bergman)

Da igual que viéndote perdido
derribes el tablero de ajedrez,
la muerte nunca olvida
dónde estaban las piezas.

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E.T. (Steven Spielberg)
A la memoria de Otto Rank, agradeciendo su estudio “El mito del nacimiento del héroe”

Venir del cielo que es su patria.
Curar a los enfermos con sus manos.
Volar como un milagro ante la luna.
Ser perseguido por los poderosos.
Resucitar después de haberse muerto.
Decir antes de irse: “Siempre estaré contigo”

O sea, como Cristo.

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UNA NOCHE EN LA ÓPERA (Sam Wood)

El mundo es un repleto camarote
donde ya no cabemos,
y alguien sigue pidiendo huevos duros.
Total, ¡y qué más da!

Insisto: No cabemos.

Cuando abran la puerta
se va a armar la de dios en el pasillo.

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NO TE SUICIDES, MUJER DEL PELUQUERO
MONÓLOGO INTERIOR PARA LA PELÍCULA
EL MARIDO DE LA PELUQUERA” (PATRICE LECONTE)

Quiero verte bailar, mujer,
quiero bailar contigo
la música del viejo acordeón
que es espuma en la brocha, perfume, seno, talco,
sombra o grieta en la esquina del espejo,
labio junto a la boca de tijera,
quietud,
ritmo de cobre de vasija.

Deja correr el tiempo, la luz, la cremallera,
que se deslice el agua, el peine,
por el papel en flor de la pared,
señora,
por la afilada nube que acuchilla
los últimos asuntos de la tarde
y despierta esa dama con el rostro de aceite,
redonda como el aro de tu oreja,
que sale poco a poco a trabajar.
Escúchame, mujer, porque estoy triste,
no entiendo que este patio de butacas
a plena luz
esté lleno de olvidos y de sangre.

No se qué ocurriría si la luna
pudiera soportar la historia de la noche
y mantenerse en pie por la mañana
sin acabar suicida en el estanque.

Quiero bailar contigo la danza ensimismada
como un derviche de baldosa,
como un claro de luz en la arboleda,
como la mosca del cristal
que no aprende que el mundo es lo imposible.

Escúchame, mujer del peluquero,
vientre de piel donde afilar caricias
como el vaivén más lento de navaja
sobre el cuero brillante, sobre el jabón espeso;
mujer de porcelana y agua y felpa.
No salgas a la calle donde espera la muerte,
regresa, mira, vive,
baila.

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